Tacones, cosa de hombres
Haciendo un rápido recorrido por la historia nos encontramos con las antiguas pinturas persas donde se representa a los guerreros montando a caballo y luciendo sus hermosos botines de tacón. Estos eran esenciales para sujetarse mejor a los estribos y así poder controlar mejor el equilibrio del cuerpo para manejar las armas, y en concreto los arcos que los hizo famosos y temidos por su gran destreza y puntería
Otras investigaciones afirman que los primeros tacones altos masculinos aparecen en 2.000 a.C.: Los kothorni que era un tipo de calzado hecho con suelas de corcho y que medían entre 8 y 10 centímetros. Se dice que la altura de los zapatos ayudaba a diferenciar los estratos sociales de cada personaje en el escenario. En otras palabras, en este caso los tacones no se usaban por estética ni por prácticos, sino para marcar el rango entre los actores y personajes.
En la Edad Media los tacones vuelven a ser usados en Europa tanto por los hombres como por las mujeres, llamándose a este tipo de calzado como los “estampados.” ¿Cual era la razón?.
Las calles de las ciudades en la Europa medieval estaban llenas de barro y suciedad, por eso para evitar destrozar el calzado se usaban los estampados, que eran sandalias que elevaban los pies del suelo. Mientras que los estampados se usaban porque eran prácticos, otro calzado europeo de la época que se usó por su poder simbólico, fue el chapín que era un tipo de calzado usado por las mujeres de la sociedad veneciana durante los siglos XV y XVII. Se decía que cuanto más alto los chapines, más alto el status social de quien los lucía. Algunos chapines llegaron a medir hasta 50 centímetros de altura, que eran más parecidos a las plataformas que a los tacones actuales.
Pero no es hasta finales del siglo XVI, cuando los tacones tal y como los conocemos hoy en día llegan a Europa.
Estos tacones masculinos llegan a Europa hacia 1599 gracias a las ansias de conquista del Sha de Persia Abbás el Grande, que buscaba en las cortes europeas aliados para combatir a un enemigo común, que en aquella época, los otomanos. Con ello los embajadores persas acreditados durante más de dos décadas en Europa, dejaron una huella que dio lugar a un movimiento cultural que evidenciaba el gusto por la cultura y la moda persas.
Los zapatos de tacón resultaban exóticos y viriles para los europeos, por lo que rápidamente se pusieron de moda entre los cortesanos, especialmente entre los franceses e italianos, (a pesar de que no eran muy prácticos para andar por fuera de los salones de palacio). Tal fue el éxito, que la corte francesa fascinada por ese tacón guerrero y diplomático, lo convirtió en un tacón exagerado que llego a medir hasta 10 centímetros.
Un vivo ejemplo de ello fue el rey Luis XIV, que como sabemos fue un referente por vivir en una corte famosa y admirada por “marcar tendencias”. A raíz de esto El rey Sol promulgó un edicto por el cual el tacón alto de color rojo sólo se permitía a la aristocracia. (Por cierto, que actualmente ha sido Carolina de Mónaco quien ha recuperado este uso en los años 90). De la corte del Rey Sol, esta moda se extendió al resto de Europa. Con la Revolución Francesa los símbolos de la aristocracia, entre ellos los tacones altos masculinos desaparecen. Y como dice uno de los grandes diseñadores actuales Tom Ford: “Es difícil no sentirse sexy sobre un par de tacones altos”.
Artículo original de Dña. Nuria Pereira publicado en el Correo Gallego, Directora del Instituto Europeo Campus Stellae y del Área de Protocolo y Comunicación No Verbal.
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