Besos
Objetivamente un beso es presionar o posar los labios sobre un objeto, la piel o los labios. Tradicionalmente se usa como una expresión social de afecto, saludo, respeto o amor. Es a su vez un punto esencial para el ser humano que nos ayuda a identificar el entorno.
Sobre el protocolo del beso ya he hablado en un artículo hace tiempo, así que hoy me centraré en otros aspectos como los biológicos y los históricos.
El beso en su origen es un acto instintivo que está presente en muchas especies, sobre todo en aves, peces y mamíferos, que lo utilizan como medio para marcar el orden social dentro de su grupo.
¿Y por qué es tan intenso el hecho de conectar con alguien a través de un beso? Pues bien, al besar se producen impulsos eléctricos producidos por estímulos que se originan en la piel labial, la zona supralabial y la lengua en algunos casos. Con estos 3 tipos de contacto el cerebro se pone a funcionar rápida y progresivamente liberando dopamina, adrenalina y oxitocina, que luego a través del riego sanguíneo producen una serie de efectos físicos como: sudoración, calor, aceleración del ritmo cardíaco, etc. Siendo la dopamina la responsable de la sensación de bienestar.
Todo esto, se relaciona con los efectos saludables que producen los besos sobre las personas. Algunos expertos afirman que las endorfinas que se generan con el hecho de besar pueden llegar a ser tan potentes como la morfina, lo que es excelente para corregir el estrés y la ansiedad. Además de aumentar la autoestima y el metabolismo en general.
Además de lo biológico, me gustaría mencionar como siempre algunas breves curiosidades del beso a lo largo de la historia humana.
La referencia más antigua constatada es de hace 4.000 años, en la India, donde ya aparecían referencias a la práctica del beso como práctica sexual. De India se extiende hacia Europa, y dicen que fue gracias a Alejandro Magno alrededor del año 326 a. C. durante sus campañas militares que duraron décadas.
Varios siglos más tarde y de un modo especial en la Edad Media, era costumbre “sellar los contratos con un beso” en señal de fidelidad y respeto. Lo mismo se hacía para formalizar la unión entre hombre y mujer ante los amigos y familia. Pero es precisamente en esta época, con el auge del cristianismo en Europa cuando se anula la práctica sexual del beso. Y no es hasta el Barroco cuando resurge como expresión artística que relaciona el beso con lo mágico.
En la época Rococó el beso vuelve y se carga de contenido estético recuperando así sus rasgos exóticos, eróticos y sensuales. Con el Romanticismo en el siglo XIX, el carácter mágico del beso medieval vuelve para adquirir connotaciones casi divinas, que representa lo más puro y perfecto del amor entre dos amantes.
No es hasta los años 50 del siglo pasado, cuando se aborda con naturalidad el beso en los medios, sobre todo en el cine, lo que produce el gran cambio hasta convertirse en un acto común y públicamente aceptado en casi todo el mundo.
Mencionar que para muchos grupos sociales el beso público se usa como método de protesta o revolución social, al igual que se hizo en la Revolución del siglo XVIII.
Para terminar, una cita de Neruda que me gusta por ser breve a la vez que intensa y cargada de pasión: “Cuando te bese, sabrás todo lo que he callado”.
Artículo original de Dña. Nuria Pereira publicado en el Correo Gallego, Directora del Instituto Europeo Campus Stellae y del Máster en Comunicación No Verbal.
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