La deuda externa de los países pobres
¿Qué es la deuda externa?
La deuda externa es la cantidad total, normalmente calculada sobre una base anual, que los operadores privados y públicos de un país deben pagar a los operadores privados o públicos de otros Estados. Por tanto, hablamos del conjunto de obligaciones que tiene un país con acreedores residentes en otros países.
El Banco de España asume la definición de deuda externa del Fondo Monetario Internacional (FMI) y por tanto entiende la deuda externa como la cantidad pendiente de reembolso en un determinado momento de los pasivos corrientes reales y no contingentes asumidos por residentes de una economía frente a no residentes con el compromiso de realizar en el futuro el pago del principal, intereses o ambos.
La deuda consiste en el principal (el importe prestado) y el interés, que es proporcional al capital recibido.
Hablamos de deuda externa pública cuando la deuda es contraída por las Administraciones Públicas, mientras que la deuda externa privada es aquella que contrae el sector privado (empresas y particulares) en el exterior.
Según el último informe del FMI, actualmente la deuda pública representa alrededor del 40% del total mundial, el porcentaje más elevado en casi seis décadas.
Los acreedores pueden ser tanto instituciones bancarias de otros países, como otros Gobiernos u Organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial.
Historia
La deuda externa tiene su origen en la época de la descolonización, cuando los países colonizados iban independizándose de sus metrópolis o países colonizadores. Estos nuevos países necesitaban poner en marcha sus propias estructuras y economías y para ello necesitaban financiarse con capital. Este capital lo solicitaron a los países ricos, y en muchos casos, a sus antiguos colonizadores, de modo que continuó por otras vías la dependencia entre los países colonizados y sus metrópolis, esta vez vinculados a una deuda contraída.
Ya en 1956 se crea el Club de París, un organismo informal formado por algunos países acreedores para tratar de garantizar que la deuda contraída tuviese el cobro asegurado, pues ya había algunos países con ciertos apuros para devolver esta deuda.
El problema de la deuda de los países en vías de desarrollo comienza a manifestarse con muchísima más gravedad durante la crisis petrolera de 1973 y 1979, cuando el precio del petróleo se multiplicó por cuatro y esto determina un aumento de la moneda en circulación y de las posibilidades de crédito.
Gran parte de los beneficios de la venta de petróleo son depositados por los países productores en los bancos de los países ricos. Esta disponibilidad de crédito es aprovechada por los países en vías de desarrollo, especialmente en América Latina. En este contexto se conceden préstamos sin muchas garantías, previendo que, a partir del año ’80, la economía de los países pobres estarían en disposición de poder devolver los préstamos. Esta predicción resultó errónea porque:
- El dinero obtenido no siempre se gastó en inversión.
- Las intervenciones de política financiera y operaciones del gobierno de Estados Unidos, en nombre de la lucha contra la inflación, aumentaron los costos y las tasas de interés. La Reserva Federal de Estados Unidos decide aumentar las tasas de interés para evitar la escalada de la inflación, resultando que las mayores tasas de interés y la apreciación del dólar llevaron a un aumento significativo del valor de la deuda de los países en desarrollo.
La posterior intervención del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial aumentó aún más la deuda. A cambio del rescate de unas economías que no eran capaces de cumplir con sus pagos y créditos, el FMI condicionó su ayuda a “planes de ajuste estructural”, cuyo objetivo es estabilizar y equilibrar los países y abrir la economía al mercado mundial. Para hacer frente a las demandas de los planes de ajuste eran necesarias políticas de austeridad, con una fuerte reducción del gasto social, privatización de las empresas estatales y despidos.
En los años noventa la deuda creció espontáneamente: en 1996 la cifra superó los 240.000 millones de dólares.
Dado que la deuda externa se suscribió en la moneda extranjera de los países acreedores para pagarla, es necesario recuperar el dinero vendiendo sus materias primas en el mercado internacional.
La suma de la subida de los tipos de interés, la apreciación del dólar o las fluctuaciones del comercio mundial provocaron que estos países pobres tuvieran que refinanciar la deuda suscribiendo nuevos créditos. Esto ha dado lugar a que invirtieran más en pagar la deuda que en sus propias necesidades de desarrollo. Se da el caso de una espiral de deuda o “bicicleta financiera” en la que se prioriza lo financiero sobre lo productivo y que no puede parar. Hoy el endeudamiento externo es un importantísimo condicionante para el desarrollo económico de los países pobres.
¿Cómo se utilizaron los préstamos recibidos en los años 70 y 80?
Muchos de los préstamos recibidos fueron a parar a las cuentas privadas de los gobiernos y políticos de los países que recibieron el préstamo. No debemos olvidar que en la década de 1980 muchos de estos países estaban gobernados por dictaduras. Gran parte del dinero prestado se utilizó para comprar armas y pagar al ejército, para asegurar el poder.
Una parte de los fondos recibidos se ha utilizado para construcciones inútiles, las llamadas “catedrales en el desierto”, que servían más para dar trabajo a las empresas del Norte que para crear desarrollo en el Sur, de hecho, una vez terminados los trabajos , muchas de estas plantas nunca entraron en producción.
Evidentemente no todos los préstamos fueron mal utilizados, y hay que destacar que ningún organismo internacional y ninguna entidad financiera analizaron convenientemente el destino de estos créditos ni la viabilidad para su retorno.
¿Cuáles son los principales problemas de endeudamiento?
El problema de la deuda externa presenta aspectos económicos, políticos, sociales y éticos.
Para reducir el gasto público y poder cumplir con los pagos de la deuda y los planes estructurales se suprime la gratuidad de algunos servicios esenciales, como los relacionados con la salud y la educación, o se hace necesaria la privatización de otros servicios como los transportes y las telecomunicaciones.
En muchos países, el problema de la deuda externa ha causado empobrecimiento, desigualdades y conflictos sociales. Hay situaciones en las que la deuda externa per cápita llega a superar la renta per cápita.
En el campo de la ética se enfrentan dos principios que siempre han estado en conflicto en el pensamiento económico y social:
- El deber de respetar los acuerdos y comportarse de manera coherente con este compromiso.
- El derecho a rechazar las obligaciones que afectan a la libertad, la dignidad y el nivel de vida.
Desde que estalló la cuestión de la deuda externa en la década de 1980, las organizaciones de la sociedad civil han pedido una política de cancelación de deudas que no se pueden pagar. En 1996, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional propusieron una reducción de la deuda del 90 % para 41 países muy endeudados. Esta iniciativa se ha revelado como un mecanismo complejo y lento, así como fuente de nuevas condiciones para los países pobres porque se ven obligados a seguir las líneas de política económica impuestas desde el extranjero.
Las numerosas iniciativas anunciadas y promovidas por los gobiernos del mundo rico y las instituciones internacionales han sido ineficaces.
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